Disfrutamos avances tecnológicos que parecían impensables hasta hace muy poco, volamos al espacio exterior pilotando cohetes y fabricamos medicinas que curan prácticamente todas las enfermedades. Sin embargo, la cara B de los grandes éxitos de la humanidad muestra lo que estamos dispuestos a tolerar a cambio del bienestar de una parte de la población. Pobreza, discriminación racial y religiosa, conflictos bélicos y una extensa lista de desequilibrios ponen de relieve que no todas las vidas humanas se valoran por igual. Norte, sur, este y oeste son los puntos cardinales que nos sirven de orientación geográfica, pero también una metáfora del statu quo de la sociedad actual. Cuanto más al norte y más al oeste mas rica y próspera es la sociedad, relegando al sur el papel de secundario, colgándole el cartel de conjunto de regiones deprimidas, conflictivas y dependientes del poderoso norte. Si añadimos la carrera armamentística (especialmente la nuclear) como histórica herramienta de control y sometimiento, tenemos los mimbres que subyacen en el relato corto de Joseph Locubin.

El autor usa la figura de un padre y dos de sus hijos para relatar un viaje que termina convirtiéndose en toda una epopeya, una odisea en la que no solo se trata de buscar una vida y un futuro mejor, sino como expresión de la convicción moral de negarse a vivir sometidos a un régimen autoritario e intolerante. La amenaza de conflicto nuclear entre EEUU y Corea del Norte, la presión migratoria provocada por los flujos de personas que huyen de los países menos favorecidos hacia los más desarrollados o conflictos relacionados con la falta de libertades en gobiernos poco tolerantes pueden adivinarse como trasfondo del relato. Se adivinan paralelismos con la obra maestra de Conrad McCarthy -La carretera- a la hora de ubicar personajes en un escenario apocalíptico y una carretera como lienzo sobre el que montar el relato, pero ahí acaban las semejanzas. Locubin -como Conrad- opta por no mencionar los nombres de los personajes en ningún momento, pero con la intención de señalar una situación muy presente en nuestros días: la despersonalización que vivimos ante las imágenes de inmigrantes muriendo ahogados en el Mediterráneo, personas formando kilómetras colas huyendo de la guerra o refugiados hacinados en campamentos en muchos lugares del planeta. En el relato no importa quiénes son buenos y malos, porque ese rol se acaba intercambiando en la historia. Los malos que originaron la destrucción del mundo conocido ya no están, y los que sobreviven terminan por replicar los mismos defectos que la sociedad actual nos muestra diariamente. La ambientación del relato es la suficiente para que el lector imagine el mundo que ha quedado después de un conflicto nuclear masivo, mientras que las motivaciones que empujan a la familia a emprender un peligroso viaje cargado de esperanza se van desgranando mediante la aparición de una acertada serie de flashbacks. Al final del relato, el lector tendrá que decidir quiénes han sido buenos y malos o si esos roles tienen sentido tal y como hoy los definimos.

Un relato metáforico sobre el existencialismo humano que invita a reflexionar sobre nuestra capacidad para establecer códigos universales de moral y la facilidad con los que los eludimos o borramos de nuestro camino cuando el instinto animal de supervivencia hace acto de aparición, ya sea por necesidad real o alentado por instintos más mezquinos como el de control y dominio sobre los demás.

Colonia Esperanza es la primera colaboración de Joseph Locubin y Thebookhunter.