Nicholas Carr, ex-director de la Harvard Business Review, autor del exitoso (y polémico) libro Superficiales, ¿qué está haciendo internet con nuestras mentes? , advertía sobre la incitación de internet a buscar lo breve y lo rápido alejándonos de la posibilidad de concentrarnos en una sola cosa. Pasamos muchas horas frente al ordenador saltando de página mientras hablamos por Skype, contestamos al correo, comentamos en Twitter, mensajeamos por Whatsapp y miramos Facebook. Internet y las redes sociales alientan la multitarea y fomentan muy poco la concentración. Hemos entregado nuestra vida a la multitarea digital. Carr es defensor de un uso racional de la tecnología, y alerta sobre la trampa de pensar que el uso que hacemos cada uno de nosotros de la misma es opcional: si tus colegas de trabajo te envían treinta e-mails al día y tú decides no mirar el correo, tu carrera sufrirá. Si te sales del grupo de Whatsapp, o no interaccionas por Facebook, tus relaciones se tambalean. La tecnología no es neutral, cambia las normas sociales e influye en nuestras elecciones. Somos seres más eficientes procesando información pero menos capaces para profundizar en esa información, y al hacerlo no solo nos deshumaniza sino que nos uniformiza. En contrapartida, Jonathan Harris, ingeniero informático y artista digital con obra permanente en el MOMA, defiende la bondad terapeútica de internet y el potencial unificador  y humanizador de la tecnología, aunque se alinea con Carr y anima a recuperar el foco y evitar la dispersión contínua de nuestra atención. Dos caras de la misma moneda sobre las que basar reflexiones.