La guitarra azul es la última y esperada novela de John Banville, Premio Princesa de Asturias de las Letras en 2015. La emotiva historia de amor de un hombre con la mujer de su mejor amigo, empujado a emprender el camino de la redención interna una vez descubierta la infidelidad.
Un argumento a priori muy trillado, el de las infidelidades amorosas entre amigos, en el que el morbo no es gancho suficiente para atraer al público si no es añadiendo a la trama variantes que impliquen trágicos giros o desenlaces inesperados. Sin embargo, Banville siquiera entra en la trama usando hechos que pudieran justificar una deriva hacia el clásico thriller de suspense, y se centra en la estética narrativa de las emociones de los personajes, especialmente del protagonista que acapara todo el relato en primera persona. Oliver Orme, a la sazón protagonista y el amante que traiciona al amigo con su esposa, es un pintor venido a menos que el autor usa para construir la trama cual creación pictórica del artista. Relata la historia de la aventura amorosa como si estuviera añadiendo capas de pintura, con brochazos que suman detalles y matices resultado de diseccionar con suma precisión todas las fases de la conducta humana involucradas: la fase de enamoramiento inesperado, la infidelidad, el amor apasionado, los celos, el descubrimiento de la traición, y finalmente la soledad intensa a la que se ve abocado el protagonista que busca purgar sus acciones en una vuelta a sus orígenes y su lugar de infancia como penitencia.
Banville despliega una técnica impoluta y desborda en muchos momentos con su prosa poética. Cada línea, párrafo y página por sí sola es una delicia para el lector y su maestría en el uso del lenguaje es encomiable, justificando con creces que su literatura haya acopiado prácticamente todos los premios relevantes, a falta del Nobel. El problema, una vez pasado el efecto de embelesamiento propiciado por el lenguaje cautivador del autor, es que a medida que pasan las páginas decrece irremediablemente el interés por la historia. Banville, a través de Orme, se pierde en la excelencia de la prosa, a veces rimbombante, describiendo hasta empalagar sentimientos pero sin contar nada, infralimentando una trama que termina pereciendo por falta de sustancia, condenada al desinterés. Sin duda que la descripción de muchos de los estadios por los que pasa Orme es sobresaliente, y refleja fielmente emociones que hemos sentido alguna vez, pero al enfrascarse en la lectura de la novela, y como manual básico del género, se espera como lector que sucedan cosas, que exista un desarrollo trabajado y el consabido desenlace. Banville ha rodado una película con escenografía y fotografía sublimes, pero convertidos en una mera secuencia de bellas imágenes carentes de interés por ausencia de un guión mínimamente consistente. Un documental de imágenes preciosistas que terminan por empalagar e invitando a pulsar el botón de apagado.
9 febrero, 2016 at 1:02 pm
El libro es un derroche de sensibilidad. Cierto que para gustos, colores, y aunque estoy en parte de acuerdo con la reseña, es una novela alejada de las de corte policiaco que tiene Banville, y plena de emotividad. Muy recomendable.
Magnifico blog
Me gustaMe gusta