La creatividad es una de las habilidades transversales más demandadas en los perfiles profesionales,  traspasando el estatus de deseable a imprescindible. Adquiere sentido en un mundo tan cambiante debido a los avances tecnológicos y la nueva manera de comunicarnos. La imaginación, la creatividad y la innovación presentan niveles de rendimiento sin precedentes en términos de nuestro dominio de la naturaleza. Es esta capacidad única para aprovechar pensamientos e ideas lo que ha llevado a la especie humana  a generar desde las primeras herramientas a la rueda, el  automóvil, las vacunas, los ordenadores y los transbordadores espaciales. Empresas y profesionales están sometidos a la asfixiante necesidad de no perder el ritmo competitivo y quedar rezagados por obsolescencia. Vivimos sometidos al yugo de tener que innovar continuamente, ya sea en el producto, servicio o en la propia gestión en todos los ámbitos de la empresa. Esta resiliencia contínua obliga a rodearse de perfiles que, además de una determinada formación y experiencia, se puedan considerar creativos y aporten un plus competitivo. Son ya muchos los ámbitos donde la palabra creatividad ha pasado de ser un adjetivo a un nombre.

Sin embargo a pesar de nuestra increíble capacidad para la creatividad y la imaginación, hay muy poco que realmente entendamos sobre el proceso creativo. ¿De dónde sacamos nuestras ideas, esas chispas de conocimiento que nos impulsan hacia delante? ¿ Por qué podemos estar centrados en un problema durante horas, días o meses y la solución aparece de repente como de la nada? ¿Cómo entrenamos la creatividad?, y el quid de la cuestión ¿qué significa ser creativo? La creatividad es una etiqueta que a la mayoría nos evoca, inconscientemente y con cierta veleidad, la imagen de un artista. Pensamos en un pintor, escultor, músico, algún arquitecto o cocinero de relumbrón, y casi de manera exclusiva en diseñadores gráficos o publicistas. Difícilmente asociamos la creatividad a un médico, un ingeniero, un abogado o un fontanero, porque solemos estereotipar y asociar la creatividad a un determinado tipo de perfiles basándonos en una concepción errónea de la misma. Lo cierto es que la creatividad no es ni patente de determinadas profesiones o personalidades ni excluyente. Sencillamente hay personas que han encaminado su desarrollo profesional y vital dando rienda suelta a su (presupuesta) habilidad creativa a través del ejercicio de las artes, porque son el entorno más solidario para exteriorizarla. Y por ende,  habría que apuntar que el resultado de su creatividad es también muy subjetivo, tanto como lo es la apreciación estética de cada uno de nosotros. Como dice Gerard Puccio, director del que fue el primer centro internacional de estudios de creatividad ubicado en la Universidad de Buffalo, «la creatividad no es licencia para ser estrafalario«. Seguro que le viene a la mente alguna obra de arte, pieza musical o edificio que considerará cualquier cosa menos fruto de la creatividad.

Son muchos los profesionales que se están cuestionando así mismos si son creativos. Más allá de la subjetividad con la que cada uno valore su nivel de creatividad, lo realmente interesante es el hecho de que la creatividad se puede aprender.
Las personas resolvemos diariamente problemas, innovamos, diseñamos productos, escribimos, pensamos y aplicamos estrategias. Creamos valor en algo que no existía antes que lo hubiéramos pensado. Hay personas que son creativas de manera casi innata, y otras que al menos alguna vez lo han sido, aunque no sea una habilidad que atesoren de manera consistente, y es importante que sepan que se puede entrenar.

Lo primero es diferenciar creatividad de imaginación e invención. La creatividad es el acto de convertir nuevas ideas imaginativas en realidad. Alguien que imagina, pero no lo traslada a la realidad, es alguien imaginativo pero no creativo. La creatividad se caracteriza por la capacidad de percibir el entorno de muchas maneras buscando patrones ocultos, encontrar conexiones entre fenómenos aparentemente no relacionados, y finalmente generar soluciones. La innovación sería el último peldaño: implementar el producto, proceso o servicio que aporta un valor que es adoptado por la sociedad. Las personas creativas muestran tendencias de pensamiento y acción que en la mayoría de las personas son segregadas, y suelen contener extremos contradictorios; en lugar de centrarse sólo en una cosa suelen contemplarlas desde multitud de puntos de vista. En definitiva,  el pensamiento creativo o la creatividad no es patrimonio de las disciplinas artísticas sino que cualquiera de nosotros podemos ser creativos.

La creatividad es el resultado de convertir ideas imaginadas en realidad,  fruto del pensamiento divergente. Frente al pensamiento convergente  que apunta siempre a una solución específica frente a un problema, el creativo se cimienta en una visión divergente que aporte flexibilidad y originalidad al abordar el problema generando asociaciones inusuales en la búsqueda de solución. Como decía el economista John Maynard Keynes, «la dificultad no radica tanto en el desarrollo de nuevas ideas como en escapar de las viejas». Esa dificultad en generar nuevas ideas y la competitividad actual es la que empuja a las empresas en su insistencia por nutrirse de perfiles denominados creativos. David H. Pink, autor de varios y aclamados ensayos sobre el comportamiento humano en diferentes campos, sostiene que el hemisferio izquierdo del cerebro y centro de análisis del pensamiento está siendo reemplazado por la empatía del hemisferio derecho, centro de la inventiva, la comprensión y la creatividad, como habilidades más necesarias para los negocios. La creatividad otorga una gran ventaja competitiva al servicio o producto de las empresas. Los responsables de recursos humanos buscan el tipo de persona que ante muchas de las situaciones del día a día en su trabajo se preguntará «¿qué pasa si esto lo hacemos de esta otra manera?«. Si todo el mundo piensa lo mismo, entonces no hay nuevas ideas. Y si no hay nuevas ideas, entonces nada nuevo se descubre y nada se mueve hacia adelante.

¿Cómo entreno mi creatividad? La creatividad es una práctica, una manera de encarar las cosas. La etapa de la niñez es la más creativa con diferencia, por una sencilla razón: los niños no tienen miedo a equivocarse. Una vez en la edad adulta, nos resulta más complicado aplicar internamente el proceso creativo por el miedo a equivocarnos o ser acusados de estrafalarios. Incorporar en nuestra rutina diaria ejercicios como asociar conceptos e ideas, cuestionarlo todo, observar y experimentar son el entrenamiento básico de la creatividad, porque ese es el proceso que normalmente sigue por inercia una persona creativa.

Asocia: estableciendo conexiones entre preguntas, problemas o ideas entre campos no relacionados.

Cuestiona: cambiando el foco y poniendo en duda la sabiduría popular sobre lo que estemos tratando.

Observa: examinando el comportamiento de los clientes, proveedores y competidores para identificar nuevas formas de hacer las cosas.

Experimenta: usando experiencias y respuestas a priori poco ortodoxas para ver qué ideas surgen.

Networking: rodeándonos de gente con diferentes ideas y perspectivas.

A continuación listo unos cuantos libros relacionados con la práctica de la creatividad.

1. Creatividad e innovación, de John Warner.

2. Los secretos de los genios de la creatividad, de Michael Michalko.

3. Creatividad práctica, de Henry Todd.

4. Creatividad SA , Ed Cadmull.

5. La guerra del arte, de Steven Pressfield

6. El hábito creativo, de Twyla Tharp

 7. La clave está en la servilleta, de Dan Roam

8. It´s not how good you are it´s how good you want to be, de Paul Arden

9. Manual thinking, de Luki Huber

La creatividad es contagiosa, pásalo

Albert Einstein

 

 

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