Ben Macintyre vuelve a bordar un riguroso ensayo sobre el mundo del espionaje durante el período de la Guerra Fría. Lo hace además con su particular estilo narrativo, que consigue que el relato de los acontecimientos históricos parezca una trepidante novela del género de espías que hicieron popular escritores como Le Carré o Frederick Forsyth.
El procedimiento para que el Servicio Secreto Británico activara el plan de extracción de su hombre era fácil: en Moscú, el marido de un matrimonio de espías ingleses acudía a comprar pan los martes a las 19:30 a una panadería ubicada junto a un complejo diplomático de la capital rusa. Si alguna vez veía a un hombre (cuyo rostro no conocía) vestido con una gorra gris y portando una bolsa de plástico de los supermercados Safeway (en los años 80 en Rusia era altamente improbable, por no decir imposible, que alguien llevara una bolsa de plástico con logos extranjeros), debía pasar delante de él comiéndose una barrita de chocolate Mars (siempre llevaba una en el bolsillo y llegó a tener tantas sin usar que se ponían rancias). Era la señal acordada para confirmar que recibían el mensaje y que debían activar la fuga del hombre de la bolsa de Safeway y de su familia, el espía británico más importante de la Guerra Fría. Oleg Gordievsky, el tipo de la bolsa y la gorra gris, engañó durante once años a sus colegas del KGB y espió para el MI6. Sigue vivo, viviendo bajo un nombre falso en una casa segura de un anodino barrio de Inglaterra. Fue distinguido en el año 2007, durante las celebraciones del cumpleaños de la reina Isabel y entregado por ella misma, con la Orden de San Miguel. Seguir leyendo «Espía y traidor»