Hotel Graybar es una impactante colección de relatos breves escenificados en el mundo carcelario, pero que poco tienen que ver con los estereotipos más socorridos del género, o al menos con ese género cinematográfico que siempre retrata un fondo extremadamente violento sea cual sea la historia que aborde la película de turno. El libro de Curtis Dawkins  es notable por su modestia, realismo y humanidad. Y tiene mucho que ver el hecho de que el autor cumple actualmente condena a cadena perpetua en una prisión de EEUU. Adicto en el pasado a las drogas, asesinó a un hombre cuando cometía un robo. Dawkins muestra cómo es realmente la prisión para la mayoría de los reclusos: una concatenación de aburridos y claustrofóbicos días, en los que la mayor opresión a la que los hombres someten a otros es el tedio, no la violencia.  No hay rastros del gran sadismo y preocupación por la violencia sexual que tipifican las narrativas de prisiones. Sus personajes juegan a las cartas, cuentan historias interminables, se venden tarjetas navideñas hechas a mano y ven obsesivamente deporte. Se reconoce la existencia de la violencia, pero se deja al margen de la narración. El peligro más presente, al que varios personajes sucumben, es la tentación del suicidio. El riesgo de este enfoque, por supuesto, es que las historias podrían ser tan aburridas e informes como la vida en prisión. Pero Dawkins tiene la habilidad de dar vida a los personajes y hacer que las situaciones mundanas sean atractivas, aunque solo sea porque se sienten muy reales; a su innegable talento, ayuda que tiene un Máster en Escritura Creativa. 
Hay relatos y situaciones de todo tipo, en los que se retratan idiosincrasias y los entresijos del día a día que rezuma en las celdas, de cómo funciona el trueque, el juego de favores, el tráfico de cigarrillos o el significado de los tatuajes. También cómo el juego de las cartas se convierte en una pesada y tediosa losa que mina la moral del recluso y pone a prueba la desesperación del prisionero. El lector tiene donde elegir, pues los relatos abordan temáticas de todo tipo. No obstante, aunque el debut de este autor – alimentado irremediablemente por su particular situación- está siendo abrumador, no todo el libro es perfecto. A veces, y volviendo al paralelismo con el cine, termina cayendo en imágenes y situaciones sobre explotadas y un exceso en el realismo que pretende transmitir. Pero hay que reconocer que, independientemente de la variedad de historias, el libro es conmovedor, genuino y transmite sin necesidad de acudir a la violencia gratuita lo perverso que puede resultar la privación de libertad a las personas, por graves que hayan sido sus delitos.