Se ha estrenado en cines la película Atómica, protagonizada por Charlize Theron e inspirada en el estupendo cómic LA CIUDAD MÁS FRÍA de Antony Johnston y Sam Hart. La adaptación no es fiel a la historia original y se centra en ser una película de acción y palomitas siguiendo la estela de otras adaptaciones de superhéroes que inundan las salas los últimos años. La peli no concede protagonismo a la trama de espionaje, centrándose en las luchas cuerpo a cuerpo, la acción trepidante y la carga sexual de una Charlize Theron a medio camino entre James Bond y una super girl de Marvel, aunque no tenga superpoderes. El cómic sin embargo desprende sofisticación y es una vuelta a las historias de espías que proliferaron en la literatura de la segunda mitad del siglo pasado inspirados en décadas de Guerra Fría. La trama no tiene nada que envidiar a las que ideaban ilustres del género como Le Carre o Frederik Forsythe. En plena caída del Muro de Berlín muere asesinado un espía del MI6 británico cuando llevaba valiosa información: una lista con nombres de todos los espías de Berlín. Cuando dan con el cuerpo la lista no está. El MI6 envía a la veterana agente Lorraine Broughton para recuperar la lista y descubrir un entorno plagado de deserciones, contraespionaje, asesinatos encubiertos, descontento social…
El dibujo de Sam Hart busca un estilo noir carente de preciosismo, donde las escenas representadas en las viñetas -en riguroso blanco y negro- apenas conceden detalles a los decorados en los que se desenvuelven los personajes. A pesar de la sencillez de la ilustración, los autores consiguen transmitir la atmósfera propia de la trama de espionaje y te sumergen inconscientemente en las intrigas y estrategias de los personajes, cuyos rasgos de personalidad – y hasta físicos- se configuran en la imaginación del lector a través de los diálogos que entablan, por encima incluso del dibujo, en el que nunca se termina de definir el rostro de los mismos. La penumbra detallista de las viñetas no sólo no enturbia el guión sino que te centra aún más en la historia, por lo que lejos de incomodar, termina siendo un acierto. Este cómic bien podría haber servido para inspirar películas como El Topo o la actual e interesante Berlín Station -del canal HBO- por citar dos ejemplos recientes cinematográficos y televisivos cuya estética se asemejaría más a este cómic, nada que ver con los espías expertos en artes marciales y pelea extrema de Atómica.
Un 80% de las páginas del cómic siguen una estructura de cuatro viñetas por página, salvo en contadas excepciones, una peculiar manera de mantener el hilo narrativo y el suspense con apenas escenas de acción, las justas que requiere la historia. Una trama misteriosa de espionaje, intrincada y trabajada, que pone de relieve los entresijos del mundo del espionaje de los ochenta y noventa, producto de la habilidad, astucia, estrategía y el entrenamiento de los agentes de espionaje y sus agencias y no basado en patadas voladoras, saltos imposibles y capacidades atléticas casi sobrehumanas.
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