Que Nueva York es considerada popularmente como la capital del mundo es algo que casi nadie cuestiona, pero salvo sus habitantes pocos perciben que es una ciudad de contrastes y oportunidades, donde los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. La ciudad deslumbrante de grandes letreros luminosos y amplias avenidas repletas de boutiques, restaurantes y espectáculos choca con la Nueva York pobre y hostil.  Antonio Muñoz Molina ha escrito el prólogo de la edición española, en el que advierte que «Nueva York es una ciudad y un espejismo de ciudad» porque «La ciudad promete mucho y, en general, da bastante poco a cambio». Bill de Blasio ocupa actualmente el sillón de alcalde de la ciudad, precisamente por su certero análisis durante la campaña electoral del problema fundamental de la ciudad, y que no es otro que el de la enorme desigualdad entre sus habitantes. El editor del libro, John Freeman,  es uno de los ciudadanos de Nueva York que llevaba tiempo dándole vueltas en la cabeza a la visión compartida con de Blasio sobre esa historia de dos ciudades. Freeman experimentó junto a su hermano Tim las dos ciudades que encarna Nueva York, y lo relata en el primer ensayo de este libro. A lo largo de un año el hermano de John Freeman, aquejado de una dolencia psiquiátrica, (mal)vivió en albergues para personas sin techo en Nueva York y en todo ese tiempo sólo compartió apenas dos cafés con John, que vivía apaciblemente en un gran piso (comprado gracias a una herencia de su abuela) junto a su novia. No hubo llamadas de ayuda, ni tan siquiera de socorro, y mucho menos cordiales invitaciones a visitar su casa o pasar alguna temporada en ella. Freeman se excusa justificando que con anterioridad ya lo intentaron y no salió bien por la dolencia de su hermano. La experiencia de John Freeman sirve como desgarradora introducción de la desigualdad que se respira en la ciudad. Hasta treinta escritores ha reunido el editor para escribir sobre la ciudad que ellos sienten y cómo la desigualdad afecta a cada uno de ellos en su vida, cada cual con su particular estilo. Un collage de artículos, ensayos, vivencias y denuncias sobre la desigualdad, donde unos sobresalen de otras en función del autor  y zona de la ciudad que se analiza. En el Bronx por ejemplo el 66% de los ingresos se destina a pagar el piso.  Los ensayos muestran homogeneidad en el tratamiento del tema, pero son tremendamente heterogéneos tanto en el estilo como en calidad de los mismos. Queda claro que algunos de los invitados tienen relación personal con el editor, porque la calidad de sus ensayos no se acercarían a la media del libro.

Nueva York, historias de dos ciudades no disecciona o trata de explicar el por qué de la desigualdad existente, y siquiera se proponen recetas. Simplemente los diferentes ensayos plasman la cara B de una ciudad en la que todo el mundo sueña vivir alguna vez en su vida, para poner de manifiesto la máxima  de que no es oro todo lo que reluce.  La mayoría de los que escriben están instalados como mínimo en una clase media-alta, algo imprescindible para vivir el Nueva York que todos tenemos en la mente, si bien hay excepciones como la del propio hermano del editor o  el escritor Gibson que estarían fuera de esa categoría. Aún escribiendo desde una posición social confortable,  es unánime el acierto en diseccionar la enorme brecha existente entre los que más tienen y los que menos, y lo asfixiante que resulta vivir en esta ciudad si no consigues ingresar un salario elevado. Por ejemplo uno de los autores describe su propia experiencia en relación con el autismo de uno de sus hijos. Nueva York ofrece los mejores servicios especializados de asistencia en el mundo para niños autistas, pero a un coste tan descomunal que solo familias de ingresos muy elevados, como reconocer ser su caso,  pueden permitírselo. Un problema, el de la salud universal, que en el caso de Nueva York y EEUU es dramático por la exclusión del sistema si no se posee un seguro médico o un salario estable. O el tema de la vivienda. En Nueva York poseer una vivienda es prohibitivo, pero no menos lo es acceder a un mercado de  alquiler muy costoso. Varios de los ensayos relatan situaciones impregnados de cierto aire familiar, tantas veces vistos en películas y series americanas: profesionales de todo tipo que subsisten compartiendo apartamento, durmiendo en sofás de algún compañero o empleando varias horas de trayecto diario hasta Manhattan donde trabajan, porque no les queda más remedio que vivir en zonas más alejadas donde se pueden permitir compartir un alquiler.

Me sorprendo al leer la cantidad de gente que en Nueva York tiene que acudir a los cupones de comida y al Medicaid porque no pueden vivir con el salario mínimo actual. Una desigualdad subsidiada paradójicamente por los contribuyentes. Una ciudad increíblemente diversa que ya no es la ciudad blanca, en términos de raza, de los años cincuenta donde determinadas minorías eran las que sufrían la desigualdad y pobreza. Eso ha cambiado drásticamente, por lo que son varios autores los que reclaman que se tome conciencia sobre la nueva demografía de la ciudad y sus necesidades reales. Uno de los ensayos más reveladores  sobre estas dos ciudades en una en términos de desequilibrio, es para mí el de Garnette Cadogan acerca de cómo dos barrios, el Upper East Side (el más rico en la ciudad) y el Bronx (el más pobre) situados uno al lado del otro exhiben tan profundamente la desigualdad de la ciudad. El Upper East Side se empobrece porque los alquileres para las empresas son tan altos  e inaccesibles que una de las consecuencias es la engañosa visión de un barrio tranquilo y silencioso pero por falta de actividad, contrastando con el ruido y la vida de las calles del Bronx, mucho más bulliciosas. Del mismo modo las calles y habitantes del Bronx carecen de muchas de las oportunidades que  ofrece el Upper East Side.

Un libro que revela aquellos aspectos de la ciudad que el visitante ocasional, bien por negocios bien por turismo, no apreciará porque estará ensimismado en contemplar ese escenario tantas veces mostrado en películas, fascinado por la contundencia de los rascacielos, sobrepasado por la oferta cultural y centrado en ir de compras, acudir a espectáculos y empaparse de todos los tópicos de la ciudad  para vivirla al máximo durante los días que la visita.

Recomendable para aquellos que tengan pensado visitar la ciudad y para los que ya lo  hicieron, porque no captaran la mayor parte de las cosas que se cuentan en el libro.

Parte de las ganancias del libro se destinarán a Housing Works, una organización benéfica con sede la ciudad de Nueva York que ayuda a las personas que viven con o están afectadas por el VIH / SIDA.