Durante veinticinco años, Dan Lyons, fue redactor del semanario Newsweek hasta que un día, sin esperarlo, fue despedido para rejuvenecer la plantilla. Tenía cincuenta y dos años. Una startup de Boston le ofreció trabajo y aceptó, aunque sin estar muy convencido, al fin y al cabo, ni le habían definido muy bien su rol ni tenia claro si podría encajar en una cultura empresarial en la que sus jefes y el noventa por ciento de la plantilla no superaba la treintena. Este ensayo relata su fugaz paso por la empresa y supone una feroz crítica a la cultura empresarial que impera en muchas de las firmas de Sillicon Valley. Una experiencia que resultó tan esperpéntica como frustrante para el reputado periodista, que describe situaciones relacionadas con el ambiente y la manera de trabajar de la empresa que al lector le resultarán, como poco, tan ridículas como difíciles de creer. Este ensayo no es solo una crónica de las imbecilidades que pueden llegar a envolver el ambiente de trabajo de una start-up y a sus empleados, es sobre todo una manera de hacerse preguntas sobre el propósito comercial de este tipo de empresas, extrapolando el caso de Hubspot (la firma en cuestión) al resto del sector. Muchas de ellas pierden cantidades industriales de dinero y, aún así, exhiben cotizaciones y valoraciones en bolsa indecentes a pesar de que no aguantarían un juicio de valor empresarial mínimamente riguroso. Por eso resulta incomprensible que muchas de ellas hagan multimillonarios a sus fundadores cuando sus balances y cuentas de resultados son calamitosos. Lyons describe a la perfección la kafkiana situación a la que se ha llegado en los mercados financieros, empecinados contra toda lógica en convertir a estas empresas emergentes que pierden dinero sin control en vehículos financieros para beneficio de un puñado de inversores. Mientras tanto, a los trabajadores tecnológicos “se les dice que las necesidades de la empresa son más importantes que las propias» y son tratados como dóciles miembros de una secta.
Para Lyons trabajar en una firma de este tipo es como aterrizar en una isla remota en la que la gente ha estado viviendo aislada durante años, desarrollando sus propias reglas y rituales, además de una religión y su propio idiomas. En cierta manera, esto es algo que suelen hacer casi todas las empresas, lo de inventarse una cultura de grupo en base a unos determinados objetivos, pero por alguna razón, este tipo de empresas digitales ha llevado al extremo lo del pensamiento de grupo. En Sillicon Valley se dice «tragarse la poción» (drinking de cool-aid) para referirse al proceso por el cuál personas normales son absorbidas por una organización y convertidas en auténticos creyentes y leales seguidores hasta que le profesan fe ciega. No solo Apple o Google encabezan este tipo de pensamiento grupal, en el que convencen al trabajador de que más que su salario, lo que importan es el significado de su trabajo y pertenecer a la misión casi mesiánica de cambiar el mundo (aunque sea desarrollando software de marketing para correo spam, como Hubspot). Lyons es rotundo al afirmar que, bajo su experiencia, mucho del funcionamiento de los trabajadores obedece a patrones que no se diferenciarían de una secta.
El libro de Lyons provocó que el FBI abriera una investigación contra algunos directivos de Hubspot «por intentar hacerse con el manuscrito del libro antes de su publicación, mediante procedimientos ilícitos», aunque finalmente no fue a juicio. Los directivos fueron despedidos y aunque supuso en su día un pequeño escándalo, la empresa siguió cotizando (contra toda lógica) al alza. Un libro escrito con tono peyorativo e hilarante que expone lo ridículas y derrochadoras que pueden ser las startups.
Deja una respuesta