Tenemos facilidad para recordar las cosas triviales del día a día, especialmente las que nos han contrariado. Sin embargo, solemos olvidar las cosas importantes que nos suceden en la vida porque nos pasamos el día refunfuñando, atascados en lo que nos molesta y penalizando disfrutar lo que nos satisface. A medida que arrancamos hojas del calendario tendemos a convertir en efímeros los momentos dichosos que vivimos. Enamorarse por primera vez, graduarse en la universidad, un primer trabajo, el primer hijo, son acontecimientos que resumimos con un fugaz «es el mejor día de mi vida» y que archivamos con celeridad hasta el siguiente «mejor día de tu vida». Nos anclamos emocionalmente en los momentos amargos. Con un desamor, cuando se rompe una amistad, tenemos un fracaso profesional o fallece un ser querido. Especialmente con los relativos a la muerte. Cuando muere alguien que quieres, «el día más triste de mi vida» se prolonga en el tiempo y cuesta recuperarse. Daytripper, el cómic de los brasileños Fábio Moon y Gabriel Bà, compone un bellísimo canto a la vida y a las ganas de vivir usando precisamente la muerte y los momentos tristes de la vida como trasfondo. Sin pretender trivializarlos, obviarlos o minimizarlos, sirven a los autores para recordar lo poco que nos recreamos en la felicidad de vivir.
Ganadora del premio Eisner en 2011, es una cautivadora historia sobre felicidad y tristeza. Una historia sobre los claroscuros de toda biografía, de la facilidad con la que el destino te puede llevar de la alegría extrema a la profunda amargura, del recorrido por los picos y valles emocionales en los que consiste la vida. Daytripper retrata a la perfección el universo de emociones de los hitos vitales del protagonista, Brás de Oliva Domingos, un escritor frustrado que se gana la vida escribiendo obituarios en un periódico local, a la sombra de la fama de su padre, también escritor, pero consagrado. Aunque la vida del lector no se asemeje a la de Brás, el mensaje que subyace hace que difícilmente no se sienta similitud con muchas de las emociones que le acontecen. No importa el escenario o la ambientación, los hechos que se narran destilan aroma a recuerdos de cualquiera: un padre estricto, amores rotos, amores encontrados, un hijo que viene al mundo, la amistad verdadera, decepciones, alegrías, la frustración profesional, retazos de juegos de la infancia o tomar conciencia de las primeras arrugas por el paso del tiempo.
A todos nos une el mismo destino, sea cual sea la condición con la que se llega al mundo y toque vivir: la muerte. Tenemos escrito el mismo final, con mejor o peor atrezzo, nadie puede eludirla. Los autores trazan la vida del protagonista naturalizando la muerte de una manera tan
magistral que les sirve para plagar de bellas alegorías la felicidad por vivir. Componen un juego constante de saltos temporales en la vida de Brás, con los que narran los acontecimientos principales que marcan su vida, fogonazos que recuerdan a la de cualquiera. Cada salto construye un suceso relevante. Para dotarlos de un realismo creíble, los aderezan con todo tipo de momentos insignificantes del día a día, de costumbrismo cotidiano pero introduciendo, con sutileza, la presencia continua de la muerte. Les sirve para recordar que no avisa, que se puede presentar en cualquier momento y quebrar la existencia por una mala decisión, un acto erróneo o simplemente a causa de la mala fortuna.
Una historia que aunque te puede hacer sentir triste por momentos, deja un profundo y prolongado regusto a felicidad después de leerla. Fabio Moon y Gabriel Bá han construido una bellísima y poética obra difícil de encontrar en el género del cómic, donde guión y dibujo se funden en una simbiosis perfecta. Las ilustraciones apoyan la historia con contundencia, hasta tal punto que no es posible imaginar la historia sin estas ilustraciones. El empleo de la luz en las viñetas es magistral, porque está más asociada a la emoción que se quiere transmitir que al escenario en el que se ubican los personajes. Enfatiza las emociones que quieren que el lector sienta y pausan o aceleran la narración al total servicio de las mismas. Una historia que engrandece el género.
Un cómic conmovedor que no debería faltar en tu biblioteca.
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