Colson Whitehead ganó en 2020 su segundo Pulitzer por esta novela basada en la historia de un brutal reformatorio. Una historia dura y conmovedora que demuestra a la perfección cómo el racismo en EEUU ha funcionado durante décadas como si fuera una actividad codificada y no reprobable, simplemente algo más del paisaje cotidiano. Inspirado en un reformatorio de Florida que no fue clausurado hasta el año 2011 y en el que se encontró un cementerio secreto con 81 cuerpos, sirve a Whitehead para poner el foco en esa extraña aceptación que se ha tenido, y sigue teniendo gran parte del ala más conservadora de las personas blancas del país, en un lugar que es la primera potencia económica y militar del mundo y que presume de ser el país de las oportunidades. El autor se entrevistó con blancos de más de 70 años que le explicaran cómo fue para ellos vivir en la época de la segregación, qué pensaban cuando veían que la gente de color se sentaba en la parte trasera del autobús, usaban baños distintos, se alojaban en hoteles solo para ellos o tenían los peores asientos del cine. Descubrió que la mayoría no recordaba mucho, como si aquello no hubiera sido cosa del pasado reciente y como si ese racismo sistemático (aún presente) fuera ajeno a ese país. Whitehead decidió que uno de los protagonistas de la historia tuviera el nombre (Elwood) de una persona de color que fue linchada en un pequeña ciudad de un estado del sur cuando uno de los entrevistados, habitante de la ciudad cuando se produjo el suceso, afirmara que había sido en una ciudad progresista y libre donde aquellas cosas no habían sucedido nunca. Los niños del reformatorio Nickel, llamado así en la novela por el apellido de uno de sus directores, afirman en el relato que en realidad son los niños de la Nickel porque sus vidas valen menos que eso, un nickel, la manera coloquial en EEUU de llamar a la moneda de 5 centavos. Aunque las desdichas narradas en la novela son pura ficción, beben de la realidad del reformatorio de Florida y dejan la duda de si Whitehead exagera o se queda corto en las penalidades y sufrimientos recibidos por sus moradores. Con una escritura magistral, Whitehead vuelve a brillar y a constatar que es uno de los mejores novelistas americanos y que conseguir convertir sus novelas en lecturas necesarias, un auténtico artesano de la trama y las emociones.