¿Cómo viajó el conocimiento durante siglos hasta nuestros  días? Con internet como poderosa herramienta globalizadora con la que compartir información (y desinformación) puede ser difícil imaginar cómo se compartía el conocimiento en el mundo antiguo. En el imaginario popular se da por sentado que hubo una conexión ininterrumpida entre los antiguos griegos/romanos y el Renacimiento, pero lo cierto es que en la Edad Media y con el auge del cristianismo se destruyeron bibliotecas y textos filosóficos por ser considerados paganos. Violeta Moller esclarece ese período oscuro destacando las ciudades donde el conocimiento continuó prosperando durante la era medieval, en las que se traducían importantes manuscritos protegidos con esmero mientras en muchos lugares los reducían a cenizas. Pilota su argumentario a través del rastro de las obras de tres eruditos que estudiaron en la antigua Alejandría: el tratado matemático de Euclides, un compendio astronómico de Ptolemeo y los conocimientos de medicina de Galeno. Aunque fueron obras tremendamente inexactas por la época en las que fueron concebidas, influyeron notablemente en los cimientos de las matemáticas, la astronomía y la medicina contemporáneas.

Moller viaja desde Bagdad, cuna de la civilización mesopotámica, hasta la China de las Rutas de la Seda, pasando por las ciudades de Córdoba y Toledo en España, o las de Palermo y Venecia en Italia, todas auténticos centros de conocimiento en los siglos X y XI; Córdoba llego a producir once mil libros de medicina y filosofía. La estabilidad política y unos dirigentes tolerantes y curiosos contribuyeron a crear atmósferas con afán por el conocimiento, que no solo producían obras nuevas sino que traducían, cuidaban con esmero y difundían los textos antiguos. Un brillante recorrido por la historia de las ideas, ilustrando con acierto las formas, a veces desordenadas, en las que los textos antiguos importantes perduraron en el tiempo y alentándonos a considerar la tolerancia que impulsaba el deseo de preservar y transmitir estos libros y, en definitiva, el conocimiento.