David Brooks, columnista de New York times, nos propone una lectura desafiante con su libro El camino del carácter, en el que invita a replantear  prioridades vitales partiendo de una mejor comprensión del pensamiento social actual. Un texto que te hará reflexionar sobre si realmente importa lo que los demás piensan de nuestra personalidad y carácter. La cultura occidental necesita un cambio total de mentalidad, actualmente basada en el materialismo individualista y meritocrático. Afrontar la vida desde un pensamiento más sosegado y menos egoísta es la gran apuesta del autor, que argumenta los efectos positivos que tendría en nuestras vidas un giro completo en nuestra forma de entenderla. Brooks divide los rasgos de nuestros carácter en dos grupos: por un lado, podemos mostrar las virtudes de nuestro “currículum” y las habilidades que aportamos en el mercado laboral. En un segundo grupo las que tienen que ver con nuestra honestidad, fidelidad, valentía, educación y en el tipo de relaciones que formamos con otras personas y nuestro entorno. Brooks enfoca el texto en dos vías: una, muy analítica en la que disecciona una sociedad actual que sale mal parada: la meritocracia nos reduce a una combinación de logros académicos, laborales y de ganancia porque somos hipercompetitivos; el honor tiene que ver más con el reconocimiento que con la moral. El invididualismo gana por victoria aplastante. Por otro lado, en el texto usa una serie de personajes reconocibles (del mundo anglosajón) para, a través de sus vidas, mostrarnos que otra forma de ser y de comportarse es más beneficiosa para el individuo y su entorno. Son personas que se transformaron en mejores individuos a partir de determinados acontecimientos en sus vidas. Novela sus historias con el fin de extraer moralejas constructivas. Cierto que el individualismo ha traído notables beneficios en términos de raza y género -ya no estamos sometidos sin remedio, en general, a lo que diga un sacerdote o un político-, pero el precio que estamos pagando por construir nuestra propia vida desde un desbordante individualismo competitivo es demasiado elevado. Una lectura para reflexionar, en el que el debate está servido.