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Emocionarte, la doble vida de los cuadros

Con la premisa de que «los cuadros tienen muchas vidas», Carlos del Amor crea una original manera de relatar el trasfondo de cuadros más o menos célebre de la historia desde la perspectiva del gusto personal. A diferencia de cómo un guía de museo nos explicaría una determinada obra pictórica, Carlos elige cada cuadro como si fuera un pretexto con el que ficcionar un mini relato del instante que se inmortalizó en el lienzo. Su ejercicio se asemeja al de esos juegos de mesa en los que se lanzan unos dados con pictogramas o ilustraciones en sus caras y cada jugador debe montar un relato a partir de las imágenes que resulten en la tirada; gana el que los demás consideran que ha hilvanado mejor la historia. En este caso, las imágenes son el propio cuadro y  Carlos gana en todos y cada uno de los relatos imaginados en el libro y, de paso, le sirven de entradilla para contar anécdotas, vicisitudes de los que pintaron el cuadro o el contexto histórico en el que se realizaron. Hay cuadros de Picasso, Dalí, Rembrandt, Antonio López, Van Gogh, Velázquez, Hooper (Velázquez y Hooper son, por ejemplo, junto a Caravaggio y De Gass mis pintores favoritos), pero hay muchos más cuadros de pintores menos conocidos para el público en general y que se agradece descubrir de la mano del autor.

Escribe Carlos del Amor que siempre que visita un museo, pasea por sus salas tendiendo a imaginar la vida de los personajes que habitan los cuadros: «si veo a una mujer en una habitación de hotel, desnuda y leyendo un libro, mi mente intenta reconstruir qué es lo que la ha llevado a esa habitación y por qué tiene esa actitud melancólica. Imagino su hartazgo, su hastío, su cansancio. Intento ponerme en su piel y, a partir de ahí, trazar un mapa imaginario que responda a qué, cómo, dónde, quién, cuándo y por qué». Esto quizás es lo que mejor define el tipo de evocación y ficción que como lector encontrarás en esta sugerente propuesta lectora. A eso habría que añadirle (y agradecer) el ejercicio divulgativo y didáctico que ayuda a conocer, aunque sea por un instante, cómo eran los pintores cuando crearon el cuadro, aderezado todo con una prosa serena e imaginativa que seduce y que consigue, como el título indica, emocionarte.

En el libro Sapiens, de Yuval Harari, se menciona que un artista brasileño -Eduardo Kac – decidió crear en 2000 una nueva obra de arte: un conejo verde fluorescente. Consiguió convencer a un laboratorio francés – previo pago – que modificó genéticamente un embrión de conejo blanco con el de una medusa verde fluorescente y el señor Kac obtuvo su «obra de arte», a la que llamó Alba. Para el artista este suponía una nueva forma de expresar, comunicar, abriendo debates éticos y morales al respecto ¿Es eso cultura? ¿Qué entendemos hoy en día por cultura? A esa pregunta trata de dar respuesta John Brockman editando Cultura, otro recopilatorio de ensayos – diecisiete – que reúne entre el abanico de colaboradores científicos, matemáticos, físicos, músicos, filósofos y escritores que confluyen en el sitio edge.org, en esta ocasión para disertar sobre cómo está evolucionando la cultura con la llegada de las nuevas tecnologías y maneras de comunicarnos. El significado, función y evolución de la cultura está cambiando por el impacto de internet y nuevos modos de entenderla y expresarla se imponen globalmente. Los ensayos tratan de abarcar muchas de las aristas de lo que podemos entender conceptualmente por cultura, desde cómo están cambiando las bellas artes a nuevos comportamientos sociales que terminan arrinconando a culturas tradicionales. La irrupción tecnología esta modificando hábitos sociales, impactando en el modo de comer, vestir, expresarse y en la manera de entender el ocio, alineándonos en un colectivo global on line que devora información, que une desde los lugares más remotos a gente en tendencias comunes, pero que también ofrece un lado oscuro en la interacción de las redes sociales, porque empuja a reaccionar y pensar al son de lo que dice el otro para no quedar excluido o ser atacado por la la multitud. Escultura, pintura, arquitectura, teatro  o música – e incluso la forma de vestirse – daban valor cultural a los diferentes pueblos. Ahora es el colectivo global el que se encarga de atribuir valor cultural a todo tipo de objeto que  se diseña o a según qué modo de expresarse.

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