Leer la autobiografía de Woody Allen y reconocerlo se ha convertido casi en un acto de valentía, pero su lectura no obliga a un veredicto sobre la moral del cineasta. Se podría pensar que un hombre perseguido por sórdidas acusaciones se esforzaría mucho en endulzar su imagen o en intentar recuperar esos amigos y conocidos de Hollywood que le han dado la espalda, pero se aprecia a un Allen que se dedica a contar su vida con ese particular estilo ingenioso y ocurrente pero también mordaz que lo ha caracterizado siempre, porque sabe que poco o nada puede influir en los que ya se han formado una opinión; por supuesto, da su versión de los hechos sobre el escabroso asunto. Mujeriego empedernido, si llama la atención su poca cintura, en ocasiones, a la hora de relatar sus experiencias vitales con el sexo opuesto, a las que atufa con el peligroso aroma de la cosificación. A propósito de nada nos muestra el ingenio autocrítico del cineasta y es un puro reflejo de su pedigrí cómico, con un estilo chismoso a la hora de relatar su infancia y juventud, así como la manera en la que llegó a convertirse en director de cine. Su despertar cultural y su amor al cine y al jazz lo debe a su prima Rita, que algo mayor que él, lo llevaba al cine los sábados por la tarde y lo alentaba para escuchar en la radio programas donde sonaba música de Cole Porter o Billy Holiday. La tendencia al auto desprecio y ese histrionismo elocuente del que hace gala en su cine, impregnan cada página y hacen que el lector lo evoque irremediablemente en uno de sus películas. Insiste en desmentir que sea un intelectual y afirma, por el contrario, que aunque posea un físico de apariencia frágil, en su juventud era un fenómeno en los deportes. Lo mejor, redescubrir al escritor por encima del cineasta y disfrutar cuando habla del Nueva York de su infancia y juventud, la intrahistoria de sus películas y anécdotas, el Hollywood de las estrellas glamourosas y el jazz. No cree en el más allá y poco le importa ya si la gente lo recordará por sus películas o por haber sido acusado de pedófilo, pero cuando muera «quiere que sus cenizas se esparzan cerca de una farmacia».